Hace mucho que empecé este blog, pero de un tiempo para acá
me he estado divirtiendo tanto con mi nuevo amigo que hasta se me había
olvidado escribir.
En mis anteriores posts comentaba mis observaciones sobre
los adultos, pero estos 22 meses viendo crecer a Tiago me sorprenden todavía
más.
Al principio no voy a negar que le tenía muchos celos, yo
antes era el rey de la casa y todos los mimos eran para mi solito. Mis amos me
dejaban subir al sofá y me acurrucaba a su lado mientras ellos me acariciaban.
Pero de pronto un día llegó un bebe a casa, toda mi rutina cambió y con ella mi paz nocturna. Yo no podía creer como un humano tan pequeñito podía hacer ruidos tan extraños y tan fuertes a mitad de la noche. Luego él
bebe rápidamente empezó a crecer y parece que yo le
hacía mucha gracia porque quería cogerme las orejas y gateaba hacia mí para tirar
de mi cola. Bueno y ni les cuento cuando empezó con el andador, ¡me perseguía
por toda la casa! Un día con su manita
pequeñita se cogió bien fuerte de mi lomo y me asusté mucho, pero tiempo
después comprendí que no tenía control de sus movimientos y que solo tenía
curiosidad por sentir mi pelo. Luego mis amos le enseñaron como acariciarme y
poco a poco deje de sentir celitos porque me di cuenta que Tiago podía ser un
buen compañero de juegos para mí.
A medida que fue creciendo y cambiando sus hábitos
alimenticios, lo sentaron en una trona y me di cuenta que desde allí llovía
comida, así que ahora siempre me siento a su lado quietecito porque seguro que
me cae algún pedazo de galleta o incluso a veces Tiago hasta me comparte su
merienda.
Y con esta experiencia quiero concluir que los celos son un
sentimiento muy natural, no solo de los humanos, pero recuerden lo que dijo
Gregorio Marañon:
“Los celos son siempre el instrumento certero que destruye la libertad interior y elimina en la compañía toda la felicidad posible”.
1 comentario:
Sawyer... eres un perro muy listo! Mucho más que algunas personas!
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